“Un buen nombre y una buena identidad visual pueden ahorrar mucho dinero y esfuerzo posterior en comunicación. Y un mal nombre es ayudar a la competencia”
Nassem Javed
Naming
El Poder del Nombre.
Antes de cualquier otra cosa para construir y proyectar marcas, identidades visuales, empaques, publicidad, una marca necesita un nombre. El nombre es aquello por lo que se la recuerda o se habla de ella.
Crear el nombre de una marca no es tarea fácil.
Por lo tanto, decidir un nombre adecuado es una de las funciones más trascendente del mercado y constituye, sin duda una pieza clave en el proceso de definición de una estrategia de posicionamiento.
El experto en naming, Nassem Javed, advierte que “tener un mal nombre es ayudar a la competencia”
Estas premisas se concretan en múltiples requisitos. El nombre tiene que ser-como mínimo- nuevo, atractivo, sugerente, fácil de recordar, eufónico, que ojalá se adapte a la funcionalidad del producto y que potencie su personalidad. Por eso, como metodología profesional, el naming navega entre dos aguas: ciencia y el arte.
Tener un “buen nombre” es sinónimo de tener buena reputación. Es relativamente fácil que una marca cambie de logo, de diseño de packaging o de publicidad , pero es mucho más complicado cambiarle el nombre y lograr que los consumidores relacionen el nuevo nombre con el antiguo. Las macas que escogen un buen nombre descubren que ya tienen ganado la mitad del trabajo de branding y de marketing. “Cuanto mejor es el nombre del producto o de la empresa, menos publicidad necesitan. Son un anuncio en si mismos”, declara, lgor, la agencia de naming, de San Francisco.
Si pensamos que un profesional universitario utiliza un vocabulario de unas 15.000 palabras y que en hipermercados puede haber más 30.000 productos con nombres diferentes, es sencillo comprender que utilizar un nuevo nombre en la mente de los clientes no es una tarea tan fácil.
Si no es fácil de recordar, no es un buen nombre.